¡ATENCIÓN! PÁGINA EN CONSTRUCCIÓN
Para muchos soy “Verónica la que
pinta flores”, aunque no me guste. En realidad
pinto estampas con formas orgánicas: hojas; flores, colores verdes y
tonos que le hacen contraste y que se superponen a los trazos de
líneas y elipsoidales.
Creo diseños que intentan
articular narrativas, aunque no se haga evidente; imágenes que no pueden mostrarse sin
los espacios, colores y tiempos de mi infancia en Candelaria, Misiones. Son ritmos asfixiantes de humedad, vida constante
y exuberante que se mezcla con el aturdimiento
y los estados sin ánimo, grises, que me arrebata
cada tanto la ciudad de Buenos Aires. Podría
decir que son pinturas complejas a pesar del orden impuesto; y
ambiguas, por el tormento que me produce convivir con estas dos instancias. Son también vitales,
llenas de seres ornamentales que juegan dispuestos sobre rieles y se acomodan
dentro de rollos de tela para ir mutando su fisonomía según avancen los pliegues de los tejidos. Y
mientras lo hacen, develan con pudor mis goces, mis dudas y mis miedos; mi obstinación, el placer y el desapego,
a un mismo tiempo con el hacer; mi parálisis y mis fobias en constante riña sobre
el ring la tela.
Verónica Navajas, 2013
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