Canon a dos
Voces. Ximena Huerta Arena.
Verónica Navajas
- Elías Bankowsky
El Canon es una
forma de composición polifónica en la que varias voces interpretan una melodía iniciada
por una de ellas, que a distancia de algunos compases es imitada por otras
voces, y en estas voces la melodía
original puede poseer intervalos diferentes o ser incluso modificada. Así, las
partes en las que las voces ascienden y descienden pueden tomar tantas formas y
ritmos como sea posible desplegar a lo largo del tiempo, encontrándose siempre
en algún instante, aunque solo sea para volver a perderse luego en un espiral
que, aún en dirección opuesta, es parte, junto con todas las voces, de la misma
melodía original.
Así también se
construye todo presente, sobre la misma línea de tiempo y desde diferentes
lugares, ritmos y voces. El tiempo es indivisible, su huella no. Sobre las
mismas horas divergen y convergen las voces que componen la melodía de lo
posible. Se construyen horizontes y se erigen selvas en la búsqueda incesante
de la producción de un lenguaje que conquiste el territorio físico de la obra,
trabajan sin cesar las manos y los pinceles y comparten un devenir que solo se
percibe en la conjunción de los períodos que, a cada uno, le ha tomado esa parte
del todo, ese pequeño hallazgo de la obra como instancia finita.
Desde su origen
en el mismo territorio misionero dos artistas navegan el tiempo con dos
composiciones completamente distintas, dos formas de lenguaje que se encuentran
en lo obsesivo cuando el uno busca el horizonte que se dibuja-desdibuja sin fin
y la otra indaga en el discurso que une a las formas reconocibles como
naturaleza: selva-mujer-flor son todas y son una. En la obra de Verónica
Navajas la naturaleza se hace presente y en particular lo femenino, con la
mirada en la delicadeza de la composición y en el relato de las diferentes
instancias en las que el ser y el objeto se funden y conforman una imagen
sólida. Elías Bankowsky, como contrapartida, construye y de-construye las
relaciones entre cuerpo e imagen, en un horizonte ambiguo que busca sintetizar
aquello que lo obsesiona: los márgenes, los límites, las orillas que dividen
pero que también unen en busca de una definición que se reformula
constantemente como una melodía que, en espiral, fuese intentando nuevas formas
de mostrar y de mostrarse.
Del diálogo de
la obra de estos artistas surge la contraposición de la minuciosidad de lo
dicho y el misterio de aquello que busca decir. Dos voces que se vuelcan en la
imagen con diferentes elementos discursivos pero un objetivo en común: el arduo
trabajo a través de las horas, del imponderable del tiempo que transcurre mientras el artista
bucea dentro de sí y de aquello que lo rodea en busca de la construcción que
exprese en forma armónica y con su propio ritmo lo que subyace en su mirada.
Ximena Huerta Arena. 2018
¿Qué se le ofrece?. Ximena Huerta Arena. 2017
La ilusión de lo inasequible.
“El ejercicio de la voluntad o la lección del poder se aprenden en cada acontecimiento. Desde que el niño entra sucesivamente en posesión de sus diversos sentidos hasta el momento en que dice:”¡Hágase Tu voluntad!” , está aprendiendo el secreto de que puede colocar bajo su voluntad, no solo acontecimientos particulares, sino grandes clases de hechos, e incluso la serie entera de ellos, y acomodarlos así todos a su propio carácter. La naturaleza es completamente mediata. Ha sido creada para servir. Recibe el dominio del hombre tan humildemente como el asno en que montaba el Salvador. Ofrece al hombre todos sus reinos como materia prima, y el puede moldear en ellos lo que le parezca conveniente. El hombre nunca se cansa de trabajarla.”
Ralph Waldo Emerson. Naturaleza.
La pregunta que interpela al espectador de este despliegue de simbologías no es casual. Al igual que el disparador inicial del trabajo de patchwork que pasa de ser la primer experiencia con esa tradición en la infancia de la artista a plasmarse en la obra que lo amplifica, el interrogante forma parte de la relación entre ese trabajo manual, tradición que luego será apropiada por la industria para reproducir hasta el infinito aquello que era único e íntimo, y las series donde aparece el bordado, los patrones de la estampa y también la imagen de las flores y de la selva de su tierra nativa. Estas imágenes, que son la expresión más voluptuosa de la naturaleza, contienen a su vez la sombra de un miedo sin nombre que se insinúa en la irrupción de la oscuridad y la presencia de ciertas siluetas que perturban lo ornamental desde la figura. Y a su vez, lo que permanece como ornamental se oscurece desde el sentido.
La naturaleza, que es un término femenino, asigna nombre de mujer tanto a la selva como a la flor en su sutileza, tanto a la estampa como al trazo que se manifiesta casi como un grito en cada una de las series. Cada imagen de esta naturaleza indomable, lleva el nombre que la cataloga, que crea la ilusión de objeto y a la vez de persona, o de persona que puede ser transformada en objeto. Como se transforma Dafne en árbol de Laurel para evitar ser violada, y así, obra-mujer, en la tienda que nos pregunta qué se nos ofrece se vuelve un objeto de intercambio. Existe una instancia posible de co-creación que propone la autora para las obras que conforman el catálogo de esta tienda en la forma del encargo. Como se encarga un tapizado para el sofá se encarga el color en que Irupé, por ejemplo, sería más a gusto del cliente. Y así Irupé y el bordado y la hoja del banano, y la selva indomable se unen en un pequeño muestrario de algo que puede ser poseído y modificado.
Ximena Huerta Arena. Noviembre 2017
Otras aproximaciones al paisaje. Jimena
Ferreiro Pella
"Otras
aproximaciones al paisaje" propone establecer un diálogo entre la obra de
Andrés Latorre y Verónica Navajas, dos artistas que problematizan en clave
contemporánea la representación del paisaje. Lejos de los convensionalismos
académicos, el paisaje hoy puede expresarse en la sugerencia de las formas, en
la textura de una superficie, en el efecto cromático, aún cuando parezca
haberse convertido en una entelequia al filo de la abstracción.
Estas formas de
pensar el paisaje conservan, eso sí, algo de la experiencia de lo sublime y
postulan el retorno al placer de la pintura.
Los Nenúfares de
Monet, el paisajismo japonés, la pintura decorativa, la tradición abstracta:
son algunos referentes que convocan de manera distendida y sin restricciones
dogmáticas las obras de Latorre y Navajas, en éstas (sus) aproximaciones al
paisaje.
Jimena Ferreiro Pella. Mayo de 2010
Curadora
Intermedio. Maddie Bornemisza
Rizos como resortes,
como pelambres de mulatas en celo,
Sonidos de cortinas corridas
por las madres en los cuartos de sus hijos,
Estructuras turgentes, en tensión, dispuestas a saltar.
"Intermedio",
Verónica Navajas en Juana de Arco,
El Salvador 4762, Buenos Aires.
Del 17 de septiembre al 17 de octubre.
Proyecto Intermedio. Verónica Navajas. 2009
Si quieres correr hacia el Infinito
Basta con que camines en lo
Finito hacia todos lados.
Goethe
La
mediación que propongo supone una voluntad de traer al universo de enclaustramiento
de las grandes ciudades, un cielo, un aire y unos paisajes ahora distantes para mí.
Fue ideada como un juego de intercambios entre un afuera y un adentro,
entre un lugar y otro, ambos relacionados con un pasado y un presente.
Intenta denunciar algunas fronteras y límites, como son las arquitecturas, los
hábitos y los usos que afrontamos diariamente. Intenta “reconvertir” en el juego metafórico, esas “fronteras” en
sus contrarios, "abriendo" los espacios de encierro y transformando
los límites dados en otros espacios, éstos virtuales, que las telas corporizan.
Los dispositivos construidos sostienen las pinturas a manera de cortinas, y su
mecanismo propone un juego de planos que se abren y se cierran, pautando el desplazamiento alternativo de las
imágenes representadas.
Intermedio es entonces, el montaje de una instalación de imágenes móviles, y
es, a su vez, una pequeña máquina de ver pinturas.
Verónica Navajas. Centro Cultural de España en B.A. Marzo de 2009
Cantan porque es época de sandías. Verónica Navajas
- Cambá
¡cómo están las chicharras!
- Cantan
porque es época de sandías, me respondió
Realizo pinturas con diferentes
técnicas y en superficies diversas. Invento imágenes
o reproduzco formas sobre las cuales puedo crear y desarrollar otras nuevas. Estas se
superponen, se multiplican o cambian, y se asimilan a las cualidades de los soportes.
Recreo un acolchado y le doy volumen
a su estampado original. Recorro con el pincel sus texturas, le incorporo formas,
las desdibujo; defino las imágenes originales o las transformo hasta
convertirlas en otras flores, en
agujeros negros, en “gargantas del diablo”.
Dibujo sobre distintos papeles y
utilizo variados materiales; intervengo con la pintura una pared o el diseño de
una tela. Pinto, y al hacerlo, dejo deslizar entre los colores elegidos y las
imágenes trazadas, un deseo empecinado de alcanzar aquello
que es indefinido, ilimitado: como el canto de las chicharras en época de
sandías.
Verónica Navajas. 2006. Muestra Cantan porque es época de sandías, Casona de los Olivera.
El Espíritu
de la Pintura. Tulio de Sagastizábal
En la Historia, el acto de contemplación suministraba la esperanza de
encontrar la verdad.
Porque había una verdad, el espíritu de las cosas. Lo que animaba lo
inanimado, la existencia que se plegaba y recluía entre las capas y capas de
banalidades, fisicalidades, detritus materiales que ocultaban la luz secreta
dispuesta a aflorar a la mirada de quien tuviera el mérito de reconocerla.
Esencias y apariencias en un juego de envolturas que requerían de un hábil
jugador, que supiera poner en escena el itinerario útil para que el
alumbramiento ocurriera: el artista.
Qué mueve entonces hoy a una pintora, que pinta capa tras capa en un
esforzado símil de la acción heroica de revelación, si ya no espera que el
espíritu de la pintura finalmente se pose entre sus manchas delicadas, se
despedace entre pliegues de sus refinadas veladuras?
Porque hay algo del impulso del pintor que decididamente no se
desentiende de la herencia recibida. Al contrario, asume con toda gravedad y
homenajea una tan larga y hermosa historia. Aprende de ella, aprende en ella.
Aprende entonces que hay algo más constante que la verdad.
Que el espíritu de la pintura fue anterior a la verdad, la atravesó, y
ahora continúa sin ella.
Que no necesitaba un nombre, y no lo necesita.
Se resguarda en el hacer, en el impulso al hacer.
Es cautivo del enigma y la curiosidad.
No se posa antes ni después, o no es lo mismo antes que después. No es
la historia ni la memoria, pero las teje a cada paso.
Arma y desarma, elige y desecha, se mantiene en suspenso.
Es inagotable y altera el orden.
La joven pintora no lo sabe cabalmente, cree que no podrá saberlo
quizá jamás.
Continúa, no puede dejar de hacerlo. Porque sabe que la acompaña, el
espíritu de la pintura. También le exige. Está en sus gestos, sus movimientos,
en lo que piensa.
Le es necesario, es su deseo.
Las obras son fragmentos de ese empecinamiento, de esa duda, de ese
amor.
Tulio de Sagastizábal.
Septiembre de 2004. Muestra Ecos Recurrentes
Donde las palabras caen. Jorge Garnica
Una serie de
pinturas silenciosas que transportan a comarcas íntimas y sutiles regiones de
angustia y felicidad son presentadas en la reciente exhibición de la Alianza
Francesa, en la sede de Av. Córdoba 946.
Verónica Navajas (
Misiones, 1971) realiza su tercer muestra individual; dos veces becaria de la
Fundación Antorchas, exhibe sus pinturas basadas en el recurso técnico de las
veladuras, revelando aspectos de su mirada femenina así como otros- difusos- de
sensorialidad regional.
Al pintar acaricia
el soporte y, orgánicas formas cerradas, van dejando entrever un mundo sensual
para dar curso a una imaginería plena de religiosidad biológica; primal. La subjetividad
de la artista desplegada en signos inéditos y singulares.
Como en un
sueño la mirada es convocada a recorrer
los intersticios de un corpus que nos es extraño ( a los varones ) y cada
tela es una invitación a transitar un
universo de misterio que cautiva por exótico, así las tramas de colores planos,
ligeramente modulados, tejen una red placentera para ser contemplada o
habitada: goce perceptivo.
Generalmente los
artistas en su producción nos cuentan,
muchas veces sin
conciencia de ello, de lo incómodo que resultan los relatos que sobre su cuerpo
operan y en la obra - pintura, escultura, poema, canción, etc.- que documentan
sobre nuevas posibilidades; variantes y subversiones necesarias de la realidad
para que aquello que comprime el alma ceda. Así, otras esferas de sentido
surgirán para dar sosiego al espíritu (resignificación).
Verónica Navajas
"habla" en sus pinturas de un "Eco recurrente" (nombre de
la muestra, además), que parece manifestarse ancestral, secreto y nos cuenta de
de aquello que percibe desde el único valor posible en sus cuadros: lo visual.
Un texto de Tulio
de Sagastizábal presenta a la artista; la muestra puede ser visitada durante
todo el mes de octubre en la Galería de la Alianza Francesa, Av. Córdoba 946 1º piso, Buenos
Aires.
www.jorgegarnica.com/jorgetxt/7.html
Amalgama. Luis Sagasti
Existen formas que no se parecen a nada, si no que, otras se les
parecen,
como si su peso específico conformara un centro gravitatorio que atrae
imágenes próximas, consiguientes, derivadas. Puede haber entes análogos, por
ejemplo,
a los pulmones, pero los pulmones
sólo se parecen a sí mismos, por lo visto los límites no pueden
acomodarse a otros. A la bùsqueda del orden, allí donde las fronteras son
difusas, la razón o la intuición las empareja hasta acercarse a una figura
agazapada, finalmente sorprendida. Las pinturas de Navajas juegan con los
límites de la figuración. Se desplazan por el territorio ambiguo de lo que que
es reconocible de lo que no.
Las normas demarcan, señalan el límite entre lo permitido y lo negado,
lo incluido y lo excluido, lo que está dentro de lo que se encuentra afuera. La
angustia, concepto con el que titula más de una obra, sobreviene cuando un
orden ha sido quebrado, es decir cuando ya nada puede ser comprimido bajo el
estatuto de ciertas reglas. Entonces el ojo busca donde más se le aproxima, la
razón se abandona a la creencia. Se trata de obras sanguíneas, líquidas que
parecen detenidas en un punto de transición, como en un viaje por el interior
del cuerpo. Acaso esas pinturas hablan de la manifestación física de la
angustia, del malestar fisiológico, pero así como nada hay más concreto que un
sentimiento, su representación puede
caer en la trivialidad compositiva o en un flaco repertorio de imágenes acaso
agotadas por el romanticismo, cosa que aquí no sucede. Hay en sus pinturas algo
de organismo enfermo, descontrolado, que ha desobedecido las reglas que rigen
su funcionamiento.
Por lo tanto es de esperar que figura y fondo conformen una amalgama
vaciada de aire.
Luis Sagasti. Mayo de 2004. Muestra Amalgama.
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